Hace meses que no escribía una entrada porque siempre me lleva tiempo, y el trabajo hoy por hoy no
me permite tardarme demasiado con otras cosas que no sean en trabajo.
Pero de esto hace falta
escribir.
De lo que va a pasar en julio y en los siguientes seis años.
Y en los siguientes doce. Y no sé.
Ahorita hace falta decir cosas. Al vuelo. Sin editar, sin pensarlo demasiado. Urge. En el espacio que uno tenga a la mano, y el mío es éste.
Hoy leí en Facebook que Denisse Dresser tuiteó que permitir
como mexicanos que el PRI vuelva a gobernar, sería el equivalente a que los
alemanes volvieran a construir el muro de Berlín. Yo siento que la comparación
se queda corta. Es como si los judíos tuvieran la oportunidad de votar por
Hitler y lo hicieran.
El problema es el “hubiera”. Y el problema es cómo se
presentaría Hitler. Porque si llegara guapetón y con copete con suerte y se
marea a un par de señoras. El problema ya lo sabían los católicos cuando
mentaban al anticristo: "cuando Jesús vuelva, no lo vas a reconocer", escuchaba
mucho yo cuando era niña y católica y más miedosa. Como curándose en salud de una extraña
manera. Y es por algo. El problema es que de pronto
somos como tontitos y creemos que para que sea “PRI” tiene que ser calvo y
orejón, o que para ser chingón tiene que ser morenazo como Benito
Juárez o tener el bigotito de Cárdenas o ser perfecto. Y si no eres perfecto,
por lo menos ser “malo por conocido”. Dejar las cosas como están.
Alguna vez leí que en tiempos de incertidumbre la gente tiende a aferrarse al
conservadurismo. Tiende a “derechizarse”.
Otra cosa cierta es que la gente suele temer natural e instintivamente al cambio. De
por sí. Y luego en el país de “es que me regañan”, peor. El miedo suele
ser un catalizador más poderoso que las ganas.
Es por todo esto que estoy aterrada.
¿Qué espero? Espero que Andrés Manuel López Obrador gane las próximas elecciones de julio. Opino que llevamos
muchos sexenios de mucha mierda. Que desde que le robaron la presidencia a
Cárdenas en 1988 ha sido lo mismo y lo mismo y lo mismo, con IFE y con "alternancia" y con todo. Que no me creo nada. Que ya chole. Que está
bien que seamos un pueblo culposo, azotado y tendiente al drama y al agachón y
con ganas de que nos fustiguen por quién sabe qué. Pero ya estuvo bueno.
Ganar el mundial está cabrón. Esto no está tan cabrón. Esto
es fácil, como comerse un pan crujiente. Esto es obvio. Creo que todo el mundo
lo sabe. Y el que vote por ese asesino ratero imbécil y títere de EPN no es porque de
veras le caiga bien ni porque le dé el beneficio de ninguna duda, es porque necesita los 2,500 pesos que
el PRI le da a cambio de quedarse con su credencial del IFE durante las
elecciones, como la gente del pueblo de la empleada de alguien que me lo contó. (Por lo visto hay cientos de denuncias
a la FEPADE, ignoradas). (¿Nos extraña? No).
Y es, en círculo vicioso como todo lo vicioso en esta vida,
la misma razón que alguien acepta 2,500 pesos por mover algo de coca o por secuestrar a alguien: por la misma miseria en que nos ha sumido el
gobierno neoliberal y conservador. Que nos ha vendido como quien vende un
hijo. A los gringos, a los bancos, a las
grandes corporaciones que arrasan con todo, desde bosques hasta dignidades,
pero tienen muy bonita publicidad con colores y canciones que los hace parecer “amigables”; y nosotros
les seguimos comprando los refrescos, los perfumes, las pelis, los diseños y las
palabras, abriéndoles las patas, viendo cómo nos embisten. Igual que el gobierno.
Porque sí es y ha sido el gobierno el que nos jode. Porque
como pueblo podemos ser medio pendejos y medio ideáticos y mochos pero los de
arriba son y han sido unos hijos de la chingada. Porque no tenemos el gobierno que “nos
merecemos”. Ese lo hemos elegido, YA LO HEMOS ELEGIDO, y nos lo han arrebatado.
Yo no sé, yo no creo que López Obrador nos vaya a salvar de
nada. Sólo digo que ya es hora de darle chance a una visión de izquierdas para
que trate de hacer algo en este país. Nomás por ver qué pasa.
Y en plan motivador…
¿Alguien se acuerda de lo que era la ciudad de México en los
años ochenta y noventa? Era un asco. Había basura por todas partes, cacas de
perro, secas y frescas, de todos
tamaños, formando un campo minado en las banquetas. Los camiones ruta cien se
caían a pedazos lanzando humaredas negras. No había árboles. Yo me pasé tres
años de la primaria yendo a foros infantiles a hablar de la inversión térmica y
la contaminación en todas sus formas. Y aclaro: repudio el robo a mano armada llamado
verificación vehicular, hoy por hoy ya no se necesita (gracias a los bancos que
nos dan coches nuevos a cambio de nuestra alma empeñada en forma de intereses).
Pero lo cierto es que yo vivo más feliz
desde que hay segundo piso y metrobús. Y que esta ciudad es mucho, pero mucho
más vivible hoy por hoy que hace quince años. Y eso es mucho decir para una
ciudad que crece a la velocidad de la nuestra, en un país tan amolado como está
el nuestro.
Tengo toneladas, ríos que decir de todo esto. Me ocupa
energía, verbo, fantasías, angustias y esperanzas. Así andamos un poco todos. Maníacos. Preocupados. Necesitados de decir y compartir. De evitar catástrofes. (Más). Sigamos así, por favor. Porque esto es mejor, siempre, siempre, que vernos derrotados, doblegados y tristes.